Comunicación audiovisual, Ciber/Hackfeminismo y TRIC para el desarrollo | Marta García Terán
Normalizar el uso de dispositivos móviles y sobre todo optimizarlos para nuestro bien y el de las demás personas debe ser uno de los objetivos que nos tenemos que marcar. Esta semana hablo de cómo negociar con nuestras hijas e hijos el uso de TIC en mi columna en Metro Nicaragua (página 4):
El hecho de que niñas y niños tengan cada vez más acceso a telefonía celular y dispositivos móviles no nos tiene que hacer llevar las manos a nuestras cabezas. No debemos poner el grito en el cielo si pasan el día chateando, o en sus tareas de la escuela citan Wikipedia, porque eso es el nuevo “normal”.
Todas las personas hemos aprendido (y estamos aprendiendo) en mayor o menor medida a socializar a través del celular, a comprar online o a olvidar el papel. Sin embargo, en seguida surgen los “peros” cuando pensamos en adolescentes accediendo a Internet, en niñas y niños que se descargan aplicaciones antes de saber leer o en las nuevas formas de violencia ligadas a las TIC como el ciberbullying, es decir el ciberacoso escolar.
Puede que esta sea la parte negativa del asunto, pero las tecnologías de la información y comunicación, como todo en esta vida, tienen un lado bueno y posibilitador de oportunidades ligado a derechos humanos que no debemos perder de vista. Me refiero al derecho a la información y a opinar y ser escuchado, el derecho a la participación, la libertad de expresión, incluidas la libertad de buscar, recibir y difundir información, además de la libertad de asociación y asamblea. Todos ellos ligados a las TIC.
Por lo tanto, cuando no permitimos que nuestra hija tenga un celular o cuando se prohíbe llevar este tipo de aparatos a las escuelas, debemos pensar también que estas situaciones pueden interferir en el cumplimiento de derechos de niñas, niños y adolescentes.
Por supuesto que hay que marcar límites, hay que hablar y razonar sobre el uso de los celulares y optimizar su uso también de una forma pedagógica, todo ello sin perder de vista la necesidad de poner sobre la mesa temas como el autocuido o la seguridad de las chavalas y chavalos.
Hace unos días se publicó la primera guía de uso de los celulares inteligentes llamada “Mi primer smartphone. Buenas prácticas” por parte de Internet & Euskadi con la colaboración de la Agencia Vasca de Protección de Datos, que pretende dar luces sobre los usos de los celulares y cómo paliar cierto tipo de situaciones desde la familia [pdf].
En la guía se habla de herramientas básicas como el control parental, que no es más que una aplicación que tiene la capacidad de permite bloquear, restringir o filtrar el acceso a determinados contenidos o programas, útil ¿verdad?
Además se hace hincapié en diferentes tips para mejorar el uso de los celulares en la familia como establecer normas de uso al respecto: cuánto tiempo y dónde usarlo, gasto mensual y servicios a usar, revisar las descargas que se realizan o acordar si pueden o no descargarse aplicaciones. Todo ello explicando a las chavalas y chavalos por qué es importante la privacidad, los riesgos relacionados de compartir información, por qué hay que ser responsable de todo lo que se envía o que sólo deben dar el número de celular a quienes conozcan realmente.
Una extensa bibliografía y links de interés como el del Instituto Nacional de Tecnologías de Información Inteco (España), nos pueden servir para profundizar en este tema que surge al calor de las TIC y que en Nicaragua está apenas comenzando a abordarse.
Como siempre el sentido común debe guiar toda la negociación con las chavalas y chavalos, porque no es lo mismo el acceso de una niña o niño de 6 años, que el uso y necesidades de una adolescente. La negociación en las familias debe responder a patrones de protección de las chavalas y chavalos, pero también de consenso, llamando a la ética y la responsabilidad de todas.
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